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Artículo

Asertividad y Autoestima

Estos 2 conceptos casi siempre están relacionados.

La Asertividad se define como la capacidad de expresar opiniones y sentimientos sin sentirse manipulado y sin manipular a los demás.

Esta comunicación debe hacerse de una forma eficaz, clara y cómoda aunque exista conflicto de intereses, tratando de defender los propios derechos y a la vez teniendo en cuenta los derechos de los demás. Consiste además, en poder decir NO a una petición sin sentirse culpable.

La asertividad está muy relacionada con la autoestima. Una persona con falta de asertividad suele tener también una baja autoestima, es decir, tiene un bajo concepto de sí mismo y piensa que las necesidades y opiniones de los demás son más importantes que las suyas propias.

A diferencia de la autoestima - que comienza a formarse desde el propio vientre materno - la asertividad no es algo con lo que se nace, más bien es algo que se va aprendiendo poco a poco, especialmente durante la infancia.

La autoestima también continúa fortaleciéndose o debilitándose durante la infancia, y se desarrolla positiva o negativamente en la medida en que el individuo crece y se relaciona.

La autoestima se va conformando por el condicionamiento de las opiniones de los demás y con la educación del entorno.

Si alguien vive siendo criticado, aprenderá a condenarse a sí mismo. Si se vive siendo ridiculizado, se aprenderá a ser tímido. Si uno vive siendo avergonzado, aprenderá a sentirse culpable constantemente.

En cambio, si el individuo vive con aprobación, aprenderá a quererse a sí mismo.

Para lograr ser asertivos en la vida, primero tenemos que revisar nuestra autoestima, ya que si no nos sentimos suficientemente valiosos, seguramente vamos a permitir que abusen de nosotros.

Con este desesperado afán por ser aceptados, podemos caer en el error de intentar comprar afectos, o bien tratar de posicionarnos como los salvadores del mundo, o convertirnos en esos mejores amigos que siempre hacen “favores”, “que pagan las cuentas”, etc.

Si continuamos por esta espiral viciosa, nos va a costar mucho trabajo poner límites a los demás y sobre todo aprender a decir “NO” cuando así lo deseamos.

Una persona asertiva decide lo que quiere hacer y se mueve para conseguirlo.

Una persona que no es asertiva deja que las cosas pasen. Se sienta y espera a ver lo que ocurre. Erróneamente, asume como propios los deseos y las necesidades de los demás, y hace cosas que no quiere o no puede, para luego quejarse amargamente. Actúa para complacer y ganar amor a través de esa nefasta fórmula de negación de sí mismo, del autosacrificio inconsciente de sus propias motivaciones o de la sumisión.

Las personas poco asertivas nunca violan los derechos y/o sentimientos de los demás, pero sí permiten que los suyos sean trasgredidos constantemente. Su falta de autonomía y la renuncia a sus propios juicios hacen que al final terminen culpándose, recriminándose y castigándose por no estar viviendo satisfactoriamente.

El fondo del problema se encuentra en ciertas creencias disfuncionales, también llamadas autolimitantes que han sido adquiridas desde la infancia e introyectadas a nivel inconsciente. Éstas impiden una valoración emocional más neutra y respuestas más racionales, adaptativas, y consideradas hacia sí mismo.

Como hemos visto la autoestima y la asertividad son inseparables una de la otra, están presentes en nuestra relación diaria con la familia o con la gente que nos rodea ya sea en el trabajo o con los amigos - por lo tanto es fundamental mantenerlas en buen nivel y así mejorar nuestra salud emocional.

Debemos hacer que nuestros hijos se sientan seguros desde el momento mismo de su procreación, a fin de desarrollar personas sanas y proactivas.

No hay que olvidar que la autoestima y la asertividad son modificables, por ello debemos pedir ayuda especializada a fin de identificar nuestras ideas autolimitantes y aquellos mensajes inconscientes negativos, que limitan ese equilibrio emocional tan anhelado.

La hipnosis es una herramienta muy útil para descifrar esos mensajes y eliminarlos desde el inconsciente que es el lugar en donde se encuentran arraigados.

Estela Durán Mena, Ph.D.

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