Es una realidad el que las mujeres de hoy en día decidimos comprometernos en una relación formal de pareja a edades cada vez más avanzadas.
Anteriormente lo común era que una mujer contrajera matrimonio entre los 19 y los 23 años de edad, ahora el promedio de las mujeres que deciden dar “ese gran paso” puede ir desde los 27 a los 35 años de edad, según datos del INEGI.
Este nuevo rango de edades da la posibilidad de que las chicas terminen sus estudios, se especialicen y escalen posiciones ejecutivas que anteriormente eran exclusivas de los hombres.
Con esto la independencia económica juega un papel fundamental para la elección y la formalización de una relación de pareja. Ya que anteriormente era “normal” que la mujer al contraer nupcias renunciaba prácticamente a la vida laboral remunerada volviéndose así automáticamente dependiente de su marido, tanto económica como emocionalmente. Esta condición que aún es una realidad para muchas les hace “aguantar” y “tolerar” cualquier cantidad de humillaciones y vejaciones que no aceptarían si fueran al menos independientes económicamente.
Actualmente más y más mujeres deciden defender y conservar su independencia económica, y desde esa nueva realidad el buscar una pareja puede volverse un verdadero reto, ya que se requiere de un hombre que tenga características similares a ella desde el punto de vista de autonomía y madurez, que la acompañe y la apoye tanto en su desarrollo personal, profesional y económico sin sentirse apabullado por ella. Por supuesto este tipo de hombres no es fácil de encontrar.
Si la mujer con las características de éxito profesional y económico encuentra a un hombre con el cual no se de un buen equilibrio, con toda seguridad esa relación se convertirá en abusiva o codependiente y estará destinada al fracaso.
Muchas mujeres en esta situación y después de varios intentos y fracasos amorosos terminan por decidir vivir con ellas mismas, asumiendo la soltería como una condición de vida particular.
Otras desafortunadamente viven su soltería con un gran dolor y desesperación que las hace verse una y otra vez en relaciones sumamente destructivas.
Algunas deciden ser madres solas y llevar a cabo la gran labor de educar a un hijo por ellas mismas o con el apoyo de sus padres.
Sea cual fuere la situación que lleve a una mujer permanecer soltera lo más importante es que ASUMA verdaderamente su condición con amor respeto y admiración para ellas mismas.
Estela Durán Mena, Ph.D.